Dos
ilustres Carmelitas de San Román del Valle
El Padre
Ferdinando de Santa María
uando
nacieron los dos ilustres hermanos
Ferdinando y
Alonso, en
1558 y 1567 respectivamente, la Reforma Teresiana masculina aún no había
surgido. la femenina de Santa Teresa comenzó en 1562. La de los frailes,
por San Juan de la Cruz, en 1568. A finales del siglo XVI los Santos y la
Reforma fueron protagonistas de historia. Por ambientar un poco el tema,
diré que el Convento de Carmelitas Calzados de
Valderas se fundó en
1565 y los de los Descalzos de Rioseco , Toro y La Bañeza en 1588, 1589 y
1595 respectivamente. A finales del siglo XVI y principios del XVII, el
fenómeno espiritual carmelitano con Santa Teresa, San Juan de la Cruz y
venerables seguidores tuvo resonancia nacional. Sin duda ninguna los dos
Carmelitas zamoranos a los que me refiero tuvieron protagonismo en esa
historia en España y Europa.
El padre Ferdinando,
por su nacimiento no pudo ser mas español: Nació en San Román del Valle
junto a Benavente. Era hijo de Alonso Martínez y de Inés Fernández y
hermano de otros once hijos. Eran tiempos de Felipe II. Lo de figurar con
el nombre de Ferdinando fue por haber vivido la mayor parte de su vida en
Italia, donde italianizaron el nombre de Fernando.
Su tío, el Conónigo de Astorga debió darse cuenta de la carga de hijos de
la familia y se llevó a Astorga a su sobrino Fernando, del que se puede
decir que vino al mundo con un pan bajo el brazo y una antorcha en la
boca, como suelen pintar a Santo Domingo de Guzmán. A los 16 años ya tenía
aprendidas las Primeras Letras y la Gramática en Astorga. A los 18
estudiaba Filosofía y Teología en Salamanca, donde entabló amistad con las
monjas Carmelitas de Santa Teresa en la calle que aún lleva el nombre de
Carmelitas, seguido del de Avenida de Portugal.
A los 19 años era Novicio Carmelita, llamado a cosas grandes, decían las
Carmelitas y su confesor, que no profetizaban, pues lo veían. El joven
Fernando, ya como aspirante a Carmelita, fue a continuar los estudios a la
Universidad de Alcalá de Henares. Tal era su brillo y su prestigio, que
ordenado de Diácono y de Sacerdote, los superiores del Carmen destinaron
al padre Fernando a extender la Reforma Teresiana por Italia. Desde ahora
se llamará Ferdinando de Santa María, comenzando por ser Superior en
Génova, la patria de los Doria y de los Colombo.
No aparece en su biografía que fray Ferdinando fuera descendiente de
marinos, pero de que fue un buen marinero en tierra, no cabe ninguna duda.
En Génova tuvo que demostrar que era buen navegante por tierras de Italia
y de Europa. Allí estaba en 1585. El dato del encuentro en Génova con los
Condes de Benavente es significativo: al pasar los Condes hacia Nápoles,
donde iban de Virreyes, oyeron estas palabras que el P. Ferdinando les
dijo al despedirse:
"Y
piensen Sus Señorías que no en vano nos ha puesto Dios tan cerca de esta
tierra".
El P.
Ferdinando conoció pronta la situación de Italia: Génova, Roma, los
Estados Pontificios, Nápoles, etc. Prestó grandes servicios a las
Autoridades Eclesiásticas de Roma y a las Civiles de los otros Estados,
pues además de inteligente, era pacificador.
El Papa Paulo V le eligió por Confesor. Este otro dato revela
también la personalidad del P. Ferdinando: le pregunta un día el Papa:
"Hijo, ¿qué quieres por tus servicios?"
(sabemos el significado
que entrañaban en la Roma de entonces tales preguntas). Y el Padre se
limita a decir:
"Que se vea como va el proceso de Beatificación de
la Madre Teresa". La Santa fue Beatificado algunos años mas tarde
-en 1614- por Paulo VI.
También el Papa Gregorio XV tuvo por confesor al P. Ferdinando. Gregorio
XV canonizó el 12 de Marzo de 1622 a Santa Teresa, a San Ignacio, San
Isidro y San Felipe Neri. En España hubo Fiestas Nacionales por el
acontecimiento.
Pero no se vaya a creer que el ilustre hijo de San Román era una especie
de embajador de intereses. Era sencillamente un servidor de Dios, de la
Iglesia y de la humanidad. Eran sus buenas dotes de hombre santo las que
le valían. Porque veía en el a un buen colaborador, D. Antonio Álvarez de
Toledo, virrey de Nápoles, reclamó ante la Curia General al P. Ferdinando.
Todavía en 1629 volvió a ser elegido General de la Orden en Italia, a sus
71 años. Siguió teniendo actividad con embajadas que le encomendó el Papa
Urbano VIII, el Papa Barberini.
Pero la naturaleza no es eterna y el desgaste si muy temporal. A
principios de 1631 sintió los síntomas del cansancio y cayó enfermo. El
Papa y el Duque de Alba le enviaron sus médicos y atenciones, pero no
pudieron contra la fiebre y el 23 de Marzo de 1631 el Padre Ferdinando
moría en su Convento Carmelitano de la Escala en Roma, como el había
deseado. Anteriormente algunos Cardenales habían mandado a pintores que
hicieran retratos del Padre Ferdinando y por eso tenemos rasgos de su
figura. Por mi parte he tratado de esbozar su figura humana y espiritual
en breves pinceladas. Después de lo cual me atrevo a decir algo como lo
siguiente:
No se si en San Román del Valle o en Benavente existe ese problema de la
rotulación de calles nuevas en urbanizaciones. A San Román y a Benavente
les honraría una calle con el nombre de este gran zamorano, el Padre
Ferdinando de Santa María, quien bien merece nuestro recuerdo agradecido.
El Padre Alonso,
el Astoricense
recisamente por el
cambio de nombre y por la falsa atribución del sobrenombre hay que
comenzar matizando sobre la figura del Padre Alonso, el otro hijo
ilustre de San Román del Valle. Era hermano del Padre Ferdinando, diez
años menor y con el nombre del padre de ambos, Alonso Martínez, marido de
Inés Fernández. Equivocadamente algunos le llamaron EL ASTURICENSE, por
pertenecer entonces San Román a la Diócesis de Astorga. Hubo también
confusión con otro Carmelita nacido en San Román de Candamo, en Asturias y
entre San Román y lo de asturicense se entregó la confusión.
Bien conocidos todos los datos, no hay lugar para la confusión. Incluso
hoy en día se dice ASTORICENSES refiriéndose a Astorga y ASTURICENSE para
designar lo asturiano. Como entonces -Siglos XVI a XVIII- al entrar en la
orden se cambiaba de nombre, el P. Alonso Martínez Fernández es mas
conocido como Alonso de la Madre de Dios.
Nació en San Román del Valle (Zamora) en 1567. Tras haberse dedicado
algunos años a la labranza, siguió los pasos de su hermano Ferdinando.
También estudió con su tío el Canónigo de Astorga y a los 19 años entró en
la Orden del Carmen en el Convento de Salamanca.
Estudió en varios Conventos de la Orden: Segovia, Pamplona, Salamanca. En
Segovia conoció y estuvo bajo la dirección de San Juan de la Cruz, por el
año 1587. San Juan de la Cruz murió en Úbeda (Jaén) en 1591. En 1593 el P.
Alonso asistió al traslado del cuerpo de San Juan de la Cruz desde Úbeda a
Segovia y por eso y por mas fue un especialista en San Juan de la Cruz.
Del Padre Ferdinando dijimos que había sido un viajero nacional e
internacional. El P. Alonso recorrió España en todas las direcciones,
también en misiones especiales. En 1595 estuvo algún tiempo en Salamanca;
en 1600 fue elegido Prior en la zamorana Toro; en 1604 es Prior de Segovia
y tuvo que intervenir, y de que manera, en el pleito del cuerpo de San
Juan de la Cruz. Todavía hoy estremecen las palabras con que el nos lo
dice:
"Hice arrancar la reja que estaba ante el sepulcro; bajé el
arca en que estaba el cuerpo y con mis manos corté de el una pierna de la
rodilla abajo y un brazo, del codo a la mano, juzgando menos decencia
cortar otra cosa de un cuerpo que estaba entero, etc.".
La vida del P. Alonso parecía estar ligada a la de
San Juan de la Cruz. En
el momento en que encontramos al P. Alonso en Segovia, tiene 40 años. Los
28 que le restan de vida van a ser aún mas prueba de su energía
espiritual. En 1608 está en el desierto de las Batuecas; interviene en el
Proceso para la Beatificación de la Madre Teresa; en 1611 viaja hasta
Lisboa y otras ciudades.
Pero la dedicación y entrega mas de lleno se los requieren los procesos de
Beatificación y Canonización de San Juan de la Cruz, el Santo de su
conocimiento y devoción. Salamanca, Segovia, Alba, Ávila y Madrid en
Castilla. Jaén, Úbeda, Baeza, Beas, Andujar y Sevilla en Andalucía. Busca,
se informa y escribe sobre San Juan de la Cruz. Describe y proporciona
rasgos físicos sobre el Santo, como por ejemplo, lo que decía sobre un
dibujo que le habían enviado:
"Yo que conocí al Santo, si le
pintara, le pondría un poco de cabello sobre la frente, que así lo tuvo y
lo debía tener cuando el Santo murió".
Los últimos quince años de su vida los vivió el P. Alonso en el Convento
de Segovia, donde reposaba el cuerpo incorrupto y troceado del Santo. Allí
escribió mucho sobre San Juan de la Cruz. No logró ver beatificado al
Santo, que no lo fue hasta 1675. Pero el P. Alonso, como buen zamorano,
sabía lo de que Zamora no se ganó en una hora y que las cosas de palacio
van despacio.
El P. Alonso murió en Segovia en 1636, descansando junto al cuerpo de San
Juan de la Cruz, pero seguro, que ellos y muchos mas celebraron, el día 25
de Enero de 1675, en el que el Papa Clemente X Beatificó al Santo.
Igualmente celebrarían las fechas de Canonización en 1725 y la Declaración
del Santo como Doctor y del Patronato de los poetas, etc.
El P. Alonso fue también escritor. Hay obras suyas en la
Biblioteca
Nacional de Madrid, en el Archivo de la Orden en Roma y otros lugares. La
biografía de San Juan de la Cruz escrita por el es todavía muy consultada,
así como otros escritos suyos. Ya lo decía un Historiador General de la
Orden con estas palabras:
"Retirado a la casa de su profesión -Segovia- se dedicó a ilustrar
historias antiguas y modernas de la Orden, QUE HOY NOS APROVECHAN A LOS
QUE ESCRIBIMOS".
Muchos datos nos dejó, incluido el de su pueblo -aldea lo llamaba el- este
gran Carmelita vallesano. Poco es que nosotros escribamos, al menos algo
sobre el. Aunque seguro que con su proverbial humildad nos respondería con
toda sencillez:
"Me basta con que mi nombre esté escrito en el cielo".
Pero también nosotros le podemos argüir:
"Así en la tierra, como en
el cielo". |