LA VIRGEN DEL VALLE
Patrona de San Román del Valle
(Se pone esta homilía a petición de Laura)

HOMILÍA (14 de mayo de 2006)

Todos nosotros, como seres humanos, nos sentimos especialmente vinculados a nuestra madre. La madre nos ha llevado en su seno, nos ha dado a luz, nos a amamantado, nos ha cuidado con cariño en la infancia. Nos lleva siempre en el corazón. La madre encarna el amor desinteresado, la ternura, la protección... La madre nunca abandona al hijo, aun cuando el hijo sea una calamidad. Y nosotros, en el fondo, somos siempre desvalidos y necesitados, somos siempre niños, aunque nos hagamos adultos y aparentemos que somos fuertes. Siempre necesitamos de la madre.

Cuando pensamos en Dios lo vemos sobre todo como Padre. Jesús nos reveló así a Dios, como un Padre al que se le puede tratar de tú. Un Padre lleno de ternura y de misericordia. Recordemos la parábola del hijo pródigo. Aquel padre está esperando todos los días a que el hijo vuelva a casa. Y cuando llega, la abraza y lo colma de agasajos. Es decir, que a aquel padre de la parábola también se le podría llamar madre. por eso el Papa Juan Pablo I dijo en una de sus catequesis: "Dios es mas madre que padre". Podíamos decir que Dios es padre y madre al mismo tiempo. Es el Dios justo y al mismo tiempo el Dios misericordioso.

¿Porqué la Virgen María suscita tanta simpatía en nosotros?. hay personas que nunca van a misa, pero no se pierden la procesión de la patrona. E incluso hay personas que se dicen ateas y sin embargo celebran con entusiasmo la fiesta de la Virgen de su pueblo. ¿Por qué será eso?. Quizá tenemos una imagen de Dios que no responde a la realidad: un Dios severo, un Dios juez, y nos olvidamos de lo mas importante en Dios: Dios con entrañas de misericordia, Dios madre. Entonces María es para nosotros la que expresa la ternura de Dios, el rostro materno de Dios. María no es Dios, sino que es una mujer de nuestro pueblo, pero una mujer que es madre de Dios y madre nuestra. Ella nos presenta al Dios cercano. Al Dios que es también madre. Por eso recurrimos a ella en los momentos de la aflicción, de la desgracia, de los apuros, de las pruebas; cuando necesitamos experimentar la ternura y la protección.

Al mismo tiempo la Virgen María, como buena madre, nos educa y nos enseña a ser buenos cristianos. Ella fue la educadora de Jesús. Lo vemos acogiendo y perdonando a los pecadores, acariciando a los niños... Un Jesús que se conmovía porque la gente andaba como ovejas sin pastor. Un Jesús que decía: "Venid a mi todos los que estéis cansados y agobiados y yo os aliviaré". ¿No habría aprendido Jesús esas cosas junto a su madre?. El corazón de Jesús se forjó al lado del corazón de María. También nosotros al experimentar el amor, la ternura, la misericordia de Dios que nos refleja María, aprenderemos a ser seguidores de Cristo; aprenderemos a poner amor y misericordia en nuestra familia, en nuestras relaciones, en nuestro mundo...

Vamos, pues, a encomendarle a María, a nuestra Señora del Valle, todas nuestras necesidades, nuestras preocupaciones, nuestras angustias, nuestros proyectos, nuestras esperanzas. Ella ha presidido la vida del pueblo (San Román del Valle) durante muchas generaciones. A ella han acudido en la oración nuestras madres y nuestras abuelas, y de ella han aprendido el oficio de la maternidad. Pongamos nuestras vidas en su regazo para que ella las ponga en el regazo de Dios Padre y Madre. Eso nos dará confianza y alegría.

Y al mismo tiempo, vamos a pedirle que nos haga partícipes de su amor de madre, para que nosotros podamos prolongar de algún modo su maternidad, sus virtudes maternales, en nuestro hogar, en nuestro ambiente, en este mundo tan necesitado de amor.

Vicente Hernández