Provincia  -  El Correo de Zamora    17 de Diciembre de 1987
CONVENTO DE SAN ROMÁN DEL VALLE
Humildes monumentos olvidados

   En lenta ruina desde tiempos lejanos, carece ya de la importancia artística que tuvo antaño, pero mantiene el interés suficiente para merecer su perduración. Hoy sólo son descarnados muros encerrando un desolado interior en el cual la falta de tejado ha permitido el derrumbe completo del que son testigos amenazadores varias vigas quebradas que cuelgan de la altura peligrando caídas progresivas.
   Todo el entorno es un amplio campo de escombros, ocupado ya mas por cascajosa pradera tapizada por leñosos hierbajos. Fue un importante centro franciscano, el cual tuvo a su cargo el culto de la venerada imagen de
Nuestra Señora del Valle. El convento se deshizo rápidamente tras la exclaustración, reaprovechándose sus piedras para construcciones del pueblo. La iglesia duró mucho más, permaneciendo íntegra hasta pasada la primera mitad del siglo actual, pues siguió como frecuentado santuario, centro de devoción mariana de la comarca. Si interior contenía como preciada joya un lujoso artesonado ochavado, con pechinas de lazo y paneles de tracerías góticas. Contaba con una rica policromía, predominando el oro y el rojo. En su base destacaba un ancho friso de yeso profusamente tallado. Era por tanto, una de las armaduras gótico-mudéjares mas hermosas de la provincia. Pese a no hallarse aquí, no ha desaparecido, pues al construirse el parador de turismo de Benavente se instaló en la torre del Caracol del viejo castillo, arrancándose del lugar para el que fue creada con la prístina disculpa de que el santuario estaba semiabandonado y mostraba incipiente ruina. Al ser desmontada esta techumbre, la cual cubría la capilla principal, ninguna otra se puso como sustitutiva y todo lo demás lentamente fue hundiéndose. Ahora, con las puertas reventadas, entramos

  en una amplia nave cubierta por los derrumbes pertenecientes a las bóvedas del siglo XVIII, en una lastimosa destrucción que aún no ha hallado un equilibrio estable; ya hemos señalado los pedazos de vigas colgando, moviéndose peligrosamente incluso con leve viento.
   Tenemos que olvidar este interior, dominar el pesar y superar nuestra impotencia ante tanto abandono, recordando únicamente que fue panteón de los primeros condes de Benavente, de los cuales hubo varios sepulcros al lado de la capilla mayor, en los que lucían con orgullo los blasones de los Pimenteles. Contemplamos ahora la única parte que aún se muestra altanera, la fachada principal. Se proyecta coronando corta pero difícil cuesta, ganando con ello mas majestad y esbeltez. Conserva bien su estructura, realizada fundamentalmente en manpuesto, contando con cantería en las esquinas y partes decoradas. Son estas partes, una gran puerta de medio punto enriquecida con imposta que enlaza a dos pilastras cajeadas, las cuales terminan en un acusado entablamento que parte la fachada en dos mitades. Por encima vuelven a aparecer de nuevo otras dos pilastras mas cortas, en línea con las inferiores, sirviendo de marco al cuerpo central. Allí vemos una gran ventana junto a dos hornacinas vacías, además de quebrada decoración continuada encima por florones y blasón junto a otro alto nicho ya bajo el ángulo de remate. Complemento esencial es el esbelto campanario situado al lado derecho y alzado posiblemente al mismo tiempo y con el mismo estilo. Tras un desarrollado cuerpo bajo, levemente dividido por mínimo resalte, se eleva, tras moldura sobrevolada, el cuerpo de las campanas creado con cuidada sillería, lanzando un arco en cada cara con marco lateral. Como coronamiento existe un bulboso chapitel cupulado de planta cuadrada, al cual le falta el
remate superior. Guardan estos restos porte suficiente para mostrar una monumentalidad digna de protección, ya que es una de las fachadas de calidad mas notable entra las no

medievales de toda la provincia.
   Situado todo ello en las cercanías del pueblo, pero lo suficientemente alejado para estar ya, en pleno campo, se rodea de un agradable paisaje con despejadas vistas , las cuales se engrandecen si ascendemos a lo alto del cerro situado a sus espaldas. Allá arriba topamos con una cruz de piedra, conocida como la Cruz Verde. Está recortada en una gruesa losa en la cual se formó con dificultad el signo cristiano. Inclinada y humillada por olvidos y abandonos, ya no ofrece la verticalidad soberbia que poseyó en origen.
   Al volver al pueblo comprobamos que no es la única esta ruina. La ermita situada a la salida por el otro camino es también un desolado abandono. Nunca fue sólida, los materiales con los que fue construida era tapial y adobe, pero su endeble consistencia cayó por la desidia y el abandono. Otro tanto pasó con la primitiva iglesia parroquial, también desmantelada, por lo que hubo que construirse una nueva. De la antigua permanece la gran espadaña, recio paredón de acusada fortaleza siguiendo estilo común a muchas mas de lugares cercanos, pero carente de cualquier delicada finura, imposible de conseguir con la áspera piedra y el rojizo mortero utilizados en su alzado. A pesar de la dignidad del edificio recién hecho, no se llega a alcanzar el ambiente cargado de espiritualidad que encerraron los otros quebrados muros, dignificados por tantas oraciones y tanta tradición acumulada. Otra vez la sustitución resultó inferior al original.

 

 

J.SAINZ